PRIMERO DE MAYO EN SANTIAGO DE CHUCO
Tal vez los orígenes de esta fiesta se encuentren en los aymoray, poemas campestres de los Incas o de las Mayas Castellanas, canciones en honor de la primavera.
Las vísperas del 1° de mayo se reúnen las familias para salir al campo, a las primeras horas de la madrugada, a ver el “chuzco”, para unos, una estrella muy grande y bella; para otros, una niña con una canasta de flores que vaga por el cielo. La persona que logra ver el chuzco será muy feliz.
Es una rumorosa amanecida con música y tropel. Toda la gente se vuelca al campo, por todos los caminos, en busca del primer rayo de sol, de la primera flor rural ¡Vamos a florecer! es la voz plácida y embrujada de las gentes camineras, ¡Vamos a florecer! es la invitación cósmica que nos llegan del Agua’el Oro, los románticos bosquecitos de Coyosgón y Callesgón; la bajada del río Patarata, Huacapongo, y el Cerrillo; Andamarca con su bajada a Yahuish, Canigorco, Samada, La Merced, ¡Vamos a florecer! y hay disonancias de rondines, guitarras, concertinas, vitrolas, el brioso contragolpe de las cajas y las voces llenas de los cantores que se alzan impávidas. Escogen el escenario más florido y pintoresco para dar descanso a esta algarada mañanera. Los quipes y los atabales se vacían para sazonar los choclos verdes, alverjas verdes del almuerzo. La música anima el baile y los chiquillos se desparraman en busca de flores… Ya al caer de la tarde retornan caravanas y tropeles. Con el crepúsculo ha terminado esta jornada romántica del pueblo; del pueblo entero que da una tregua a sus afanes de su vida para emigrar en masa y cumplir el rato tradicional de “florecer” en la primera madrugada de mayo. Retornan por los mil senderos, retornan con las pupilas encendidas, con los ramos de flores silvestres entre los brazos y entre las cabelleras de las mujeres ¡Venimos de florecer! ¡Venimos de florecer!… va agonizando con la ago¬nía crepuscular de los primeros de mayo.